Clases de regularización
Un estudiante universitario da clases particulares a una chica de secundaria y esta le pide sea su maestro en la habitación.

Mi servicio social de la Universidad fue dar asesorias a los chicos de secundaria, así que nos reuniamos en la biblioteca del colegio para apoyarles en dudas básicas sobre su tarea.
De entre todos hubo una chica que despertaba algo en mi, una mezcla entre inocencia con olor a deseo. Regularmente la veía los martes y así comenzó un trato más natural y de amigos. Con el tiempo sus calificaciones habían aumentado de 6 a 8 y 9. Por lo que un día me comentó que su madre mandaba preguntar si era posible que fuera a su hogar a apoyarla académicamente, debido a que era madre soltera y por la tarde trabajaba y el horario iba a cambiar, lo que hacía que la oscuridad de la noche llegara antes. Dude pues su hogar estaba retirado pero fue su insistencia y encanto juvenil lo que hizo aceptar.
La primer clase me presentó a su madre quién me mostró su hogar, pequeño y de una planta donde vivia mi alumna, su hermano, y su madre. En el pequeño patio un chihuahua saltaba constantemente pero después de un rato perdió el interés. El deseo de su madre era que su hija aprobara esa materia para que pudieran darle una beca, era un trabajo difícil pero no imposible. A cambio me ofrecia una compensación económica y la comida mientras duraba nuestra sesión. Para un universitario foráneo esto es de mucha ayuda por lo que acepté felizmente. De igual manera me comentó que su hermano pequeño no me iba a molestar pues tomaría clases de judo y regresarían aproximadamente a las 9pm. Lo que era excelente pues mi horario era de 6pm a 8pm martes y jueves.
Los días pasaron y la chica aprendió y nuestra amistad paso a ser más íntima debido a confesiones y la carencia de una imagen paterna hasta que un día al llegar la noté triste. Me comentó mientras limpiaba una lágrima que el chico popular que le gustaba decidió a irse con la golfa de su clase pues besaba bien, mientras que ella nunca había besado. La vi y me asombré cual inocente era, mientras le explicaba que mi primer beso fue con una prima mientras de niños nos escondimos en un closet en una fiesta familiar. Con esa prima sucedieron muchas cosas que he de contarles después.
Para los ojos de ella yo era un hombre de mundo con experiencia y lo notaba en su mirada, disfrutaba de conocer de cosas académicas y sobre la vida. Dude mucho pero al final decidí preguntarle: ¿Deseas aprender a besar? Ella bajo su mirada apenada y con su rostro escondido respondió con un tímido "si". Mi corazón se aceleró pero mantuve la calma, me acerqué a ella mientras se colocaba un poco de gloss sabor cereza y un breve beso sucedió. Su sonrísa pícara dibujaba los brackets y las pecas se marcaban más en su rostro. "¿No estuvo tan mal?¿Otra vez lo intentamos?", ella asintió con la cabeza mientras colocaba sus manos en mis hombros, un largo beso muy voluptuoso se produjo, podía sentir como su piel irradiaba el calor y sus feromonas empezaron a transpirar. Al terminar se quedó sin aliento, perdida en sus pensamientos mientras balbuceaba que era hermoso. Sus pezones estaban marcados sobre la blusa del uniforme, ella no notó y se sonrojó. Me pidió no decirle a su mamá. Le comenté que no diria nada pero tampoco debia hacerlo ella. Y si sacaba buena calificación en el examen le podía enseñar más cosas. Ella aceptó.
En nuestra siguiente sesión ella se había cambiado y me recibió con un beso al cerrar la puerta, "adivina que" me dijo; "saqué 10, mi primer 10 gracias a ti. Le conté a mamá al llegar y me dijo que quería agradecerte pues he sido más responsable y me ha servido que vengas. Te dejo este sobre con dinero.". Yo estaba feliz, tenía una pequeña noviecita y más dinero.
"Esperé el fin de semana pensando que me ibas a enseñar nuevo... pero me puse a buscar y encontré esto" sacó una enciclopedia algo vieja con unas ilustraciones del hombre y la mujer desnudos. Mi mente voló pero le pregunté que era lo que trataba de decirme. "Mira, esa chica tiene el busto como yo" mientras se subia la blusa y el top, unos senos en desarrollo rosas y de pezón grande, levantaditos y duros se me presentaron; "... y también estoy así" levantó su falda y bajó su calzón rosa para mostrarme su vagina, de labios pequeños y con el clítoris salido y lubricado, coronado por brotes de vello púbico que se expandían desde el centro. Esa sorpresa me dejó asombrado pues llevaba todo el fin de semana pensando como podía seducirme y lo hizo de la mejor manera. "Ahora es tu turno", me hice el tonto y le pregunté sobre ello... "Si, mira mi hermano tiene pipi pues de bebé se lo veía pero nunca lo he visto de un hombre mayor". Esa frase hizo que se engrosara y marcara aún más sobre mis jeans. "¿Quieres verlo? ven", tome su mano algo temblorosa y la coloqué sobre mi bragueta. "Esta duro", "lo sé", respondí. Desabroché el botón y le pedí que ella bajara el cierre. La punta del pene había sobresalido del elástico de mi ropa interior, ella asombrada tenía un pene sin impedimentos frente a ella. "¿Puedo?" preguntó entre penosa, asombrada y excitada. Tome sus manos que bajaron la ropa interior y ella lo frotó, lo miró y olió. "Vamos a tu recamara", le dije en voz baja. Ella aceptó y en un momento ya estaba recostado con el miembro al aire, orgulloso y recto mientras ella se recostaba mientras tocaba mis testículos. "Está muy grueso mira, no puedo cerrar la mano y me cabe con las dos manos también de alto... mira tienes una vena. ¿No te duele esa cortada?", solté una carcajada y le dije: "No, ven. Desvistete y deja te enseño como funciona", se desvistió de espaldas hacia mi, pero no se quitó los calzoncitos rositas. Al girarse se marcaba perfectamente que estaba húmeda y el pubis engrosado, y sus senos era más puntiagudos. La acerqué y con mis manos le bajé los calzones, una fina línea unía sus labios con su ropa interior que ya iba a media pierna, debido a lo espeso de lo virginal de sus fluídos.
La senté frente a mi pene, ella entrecruzaba las piernas hasta que la abri y pude admirar a detalle esa vagina inflamada, roja de deseo con los labios sellados pero emanando el dulce nectar del deseo. Le expliqué que mi pene tenía esa abertura para orinar y le mostré el similar de ella. Tuve que separar sus labios vaginales que formaron una telaraña de fluido. La abertura de su vagina no era mayor al grosor de mi dedo pequeño. Mientras que sus labios tenian una longitud de 3/4 de mi pulgar. Era perfecta.
La recosté mientras sus labios se unian a los mios empapados en deseo, mientras disfrutaba descaradamente el nectar seguía brotando entre quejidos y gemidos. La alarma de mi reloj de calculadora sonó y recordó que tenía una hora antes de terminar la clase de ese día. Sin más le mostré el glande en su máxima expresión, digno de ser admirado y separando esa sonrisa detrás de los brackets de un golpe tragó lo más que pudo. Sentia placer mientras frotaba la campanilla dentro de su garganta mientras ella evitaba vomitar. Parecía una adicta en éxtasis, y la naturaleza le mostró la forma de hacerme el mejor sexo oral que he tenido. No pude más y me corrí llendo su tracto digestivo de mi leche caliente como el infierno. Un poco de semen espeso apareció entre las comisuras de sus labios y mi tronco.
Nos limpiamos y ventilamos la habitación, el olor a semen y flujo vaginal era intenso. Le comenté que avisara a su mamá que el fin de semana deseaba invitarle una pizza en el centro de mi ciudad ya que a unos pasos estaba mi departamento y podíamos hacer muchas cosas sin que nadie nos molestara. Ella asintió, nos despedimos con un apasionado beso.
Esa semana no tuve respuesta de ella, supuse se había asustado después de esa experiencia sexual nueva hasta que el fin de semana me llegó un mensaje: Hola, mi madre me festejó por mis buenas calificaciones y he decidido comprar ropa nueva con el dinero que me dió. Sobre el permiso para vernos dijo que estaba bien después de medio día nos vemos y pasa a las 9 por mi ¿Te parece bien?. Mi corazón se aceleró, le respondí que la veía el fin.
Otra semana más de colegio y la última antes de iniciar exámenes finales y regresar a mi ciudad, nervioso e inquieto, pensando como iba a educarla. Llegó el día y me puse mi mejor ropa, un poco de loción y fui al lugar donde nos reuniríamos. No paso mucho tiempo hasta que con un vestido floral apareció. La saludé y le invité un cono de helado de la empresa de hamburguesas.
Después de una platica sin sentido, me comentó que deseaba comprarse lencería para usarla esa tarde. Con el dinero que tenía ahorrado para el cumpleaños de mi madre, decidí darla y entro a la tienda de moda. Salió con una bolsa y nos fuimos a mi departamento. A ojos de los extraños parecia mi hermana o una familiar, llegamos a mi hogar. Subimos tres pisos y entonces abrí la puerta. Se asombró al ver que a pesar de la carencia de muebles estaba todo en orden.
Me pidió pasar al baño mientras yo acomodaba todo en la recamara, al salir traía medias y el vestido encima. Estaba sentado en la orilla de la cama y se acercó a mi, sin pudor alguno me beso mientras se montaba sobre mi abdomen y pubis. Mis manos masajearon las piernas, muslos y nalgas bajo el vestido; y en un giro ahí estaba recostaba en mi cama.
Levanté sus brazos sobre su cabello extendido junto a la almohada, mientras iba besando su cuello. El olor de su perfume aún de niña que usaba más la excitación que emanaba de su piel hacian que mi mente se perdiera, como un adicto en la droga. Fui abriendo su vestido botón por botón hasta dejar la lencería negra de encaje. Baje mi mentón fuerte entre sus senos de mujer, y llegué a ese abdomen que durante el tiempo que la conocí fue tonificando. Meti mi rostro en su entrepierna para intoxicarme con su aroma a deseo, mientras separaba sus piernas y seguía el camino del liguero a las medias. "La tienes más gruesa que la última vez" dijo mientras metia su mano en mi pantalón. "Está mas caliente que el pito del diablo" reía y traía una buena actitud. De rodillas y frente a mi se colocó mientras mi miembro desaparecía entre sus labios. Había estado practicando con su paleta, pues la lamió y dentro jugaba con su lengua, rodeaba la cabeza y con la punta de la lengua intentaba penetrar el orificio del glande. Tan deliciosa sensación me hizo pre eyacular mientras sonriendo con sus brackets bajaba a mis testiculos. No había notado que el largo de mi pene había crecido al tamaño de su rostro. Tomó la base y comenzó a golpearse el rostro logrando una erección más firme.
Retiré el brasiere con una mano y dejando caer sobre la cama me recosté para mamar cual becerro esos senos duros y puntiagudos. No faltó mucho para poder extraer de ellos un poco de su leche, mientras gemia al ser una experiencia nueva. Sus pezones cerrados y que nunca habían sido tocados ahora se abrian un poco para poder extraer de ellos ese flujo. Nos levantamos de la cama y terminé de desnudarme, ella se quitó la tanga y la lanzó empapada en sus jugos al suelo junto con las sábanas de la cama. Fue entonces que la puse en cuatro, poco a poco fui levantando sus nalgas y bajando sus hombros. Cual fue mi sorpresa pues se había depilado aquellos brotes de vello, fue cuando me dediqué a disfrutar de su sabor de sus fluidos que emanaban de su vagina, mientas mi nariz jugaba entre los pocos vellos de su ano. Sus pequeños labios estaban más rojos que nunca, inflamados, su clítoris duro y su pequeña vagina mostraba ya dilatados, enseñando la pequeña membrana entre mucosidad que me demostraba su virginidad. Era el momento en el que aquella chica se haría mujer, yo la haría mujer. Con el glande comencé a frotar entre su abertura y a dilatar lo más que podía mientras las contracciones se notaban en su ano. Y de golpe meti mi glande, un grito seco se escuchó en el edificio supongo, con un escalofrío y ojos en blanco bajó la pelvis hacia la cama. Me quedé sobre de ella unos minutos mientras lloraba pero a la vez me pedia no la sacara. Un brote de sangre manchó la sábana y mientras besaba su cuello y espalda. Su respiración y latidos me hicieron saber que el dolor era menor y comencé a moverme lentamente dentro de ella. Los fluidos ahora con sangre entraban y salían. Podía sentir como la carne iba abriendo paso al grosor de mi pene mientras más profundo iba penentrandola. Parecía muerta debido a que no se movia pues su mente estaba en otro lugar. Fui entrando hasta que llegué a lo más profundo de ella. Aún tenía medio tronco por fuera. Asi que lo saqué y la limpié. Ella no podía levantarse, las piernas le temblaban así que un buen masaje relajante fue muy útil. Después de un rato pedí de comer y llegó la pizza prometida. De regreso comimos y nos reímos de que estaba bien rota que ni podía moverse. Después de ello, la volví a montar. Un grito coqueto salió de ella al penetrarla por segunda ocasión y abrió más las piernas. Pasé de movimientos lentos a más ritmicos y a mayor velocidad, sus jadeos fueron aumentando mientras la penetraba cada vez con menor cuidado. En un momento parecia animal, las embestidas la hacian golpear su cabeza a la almohada que usaba a veces para morder hasta que las contracciones de su vagina lanzaron con furia mi pene fuera de ella y tuvo un orgasmo tan intenso que dejo una marca de orines con sangre en gran parte de la cama. Para después tener un episodio parecido a un ataque epiléptico mientras rogaba a Dios por tal éxtasis. La hice terminar cada vez más frecuentemente entre embestidas. En ese día perdió más líquidos que cualquier plan de entrenamiento militar. Al quinto o sexto orgasmo su cuerpo había recuperado su movimiento y decidió cabalgarme. La presión sobre mi pene era deliciosa y al montarme pudo entrar un poco más, o quizá su vagina se había ensanchado más. Aquel cuerpo juvenil en todo su esplendor se abria cual flor ante mi mientras sus labios rozaban la base del miembro. Mis manos sobre su cadera y senos seguian el frenético ritmo que había hecho. Su rostro hacia el cielo con los ojos en blanco era muestra de las contracciones que sentía en mi. Fui exprimido sin más y terminé con un chorro que inundó toda su vagina mientras que mis testiculos eran exprimidos. Una espesa cantidad de semen salió de su pequeña vagina mientras una sonrisa tenía en su rostro. Era una mujer plena. Nos fuimos a bañar y le lave lo mejor que pude dentro de la vagina con un chorro de agua.
Ahí dentro seguimos nuestra pasión en el suelo mientras el agua corria sobre nuestra piel. Recostada la penetré con tal intensidad que sus flujos me empaparon el rostro y pecho. Salimos del baño y la cargué sobre la cama, para que con su mismo peso pudiera penetrarse.
Las horas pasaron mientras la acariciaba en la cama, me contó que estaba enamorada de mi y que soñaba desde el primer día de asesoría fuera yo quién la hiciera mujer. Sus amigas con experiencia presumian de sus novios de secundaria o bachiller y de lo mal que la habían pasado, pero que ella había sido afortunada.
Nos cambiamos y me regaló su ropa interior, para recordarla. La llevé al centro comercial, le compré un perfume y listo. Caminaba extraño pero decidimos decirle a su mamá que había pisado mal.
Al final su madre paso por ella, me felicitó por las buenas notas de su hija, le platicamos que vimos tiendas y fuimos a comer pizza. Y de pasada como recompensa le regalé un perfume por eso el olor. Se fue y nunca la volví a ver. Unas semanas después me fui de esa ciudad y no he vuelto. Aún la sigo en mis redes sociales, después de años uno de sus novios le propuso matrimonio. En sus momentos de debilidad me llama para decirme que a pesar de todo no me olvida y ninguno de los chicos de su edad la ha tratado como la puta que fue conmigo. Me escribió anoche un mensaje que desea verme antes de su boda por lo que les escribiré después que sucedió.
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